Es cierto que nuestro cuerpo necesita azúcares para tener energía para funcionar. Son la gasolina que necesitan nuestros órganos, incluido el cerebro. Sin embargo, no todos los azúcares son iguales.
Por un lado, están los azúcares intrínsecos que son los que los alimentos tienen de forma natural, por ejemplo, la fruta o los cereales. Estos son azúcares que no deben preocuparnos. Por otro lado están los azúcares libres. Son los que se añaden a los alimentos y tienen nefastas consecuencias para nuestra salud. No sólo hablamos del par de cucharaditas que añadimos al café, también nos referimos al “azúcar fantasma” que contienen muchos alimentos ultraprocesados: salsas, zumos y refrescos, platos preparados, bollería… Normalmente son alimentos escasos en nutrientes y que a nuestro cuerpo le cuesta metabolizar. Ya hace años que la Organización Mundial de la Salud recomendó no superar los 25 gramos al día, que no es más que seis cucharaditas.
¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuando tomamos azúcar?
Al consumir azúcar la primera consecuencia es el incremento de los niveles de glucosa en sangre. Entonces, el páncreas comienza a liberar insulina, la hormona que ayuda a que las células absorban esa glucosa para obtener energía. El problema, como siempre, viene cuando nos excedemos. Cuando la cantidad de azúcar consumida es demasiado grande y las células ya no la necesitan como fuente de energía, el exceso de glucosa se acumula en forma de grasa.
¿Cuáles son las razones para evitar el azúcar?
¡Cambia el chip! Al reducir el consumo de azúcar no te privas de lo dulce, te estás regalando bienestar.