La candidiasis vulvovaginal está provocada por distintas especies del hongo Candida. La más frecuente es la Candida albincans, responsable de nueve de cada diez casos, aunque también existen otras especies que van aumentando su incidencia cada vez más (C. tropicalis, C. krusei, C. guillermond y C. glabrata).
La microbiota que protege la mucosa vaginal está formada por diferentes bacterias en un perfecto equilibrio y entre ellas puede estar la Candida albicans. Entre un 20 y un 50 por ciento de las mujeres sanas asintomáticas tiene su vagina colonizada por este hongo, formando parte de la flora normal, sin que haya infección. El problema surge cuando, por diferentes motivos, se produce un crecimiento excesivo de colonias de cándidas y disminuyen las especies de lactobacilos, es entonces cuando se desencadena la candidiasis.
Hay diferentes factores, hormonales y externos, que pueden aumentar el riesgo de padecer Candidiasis Vaginal:
El tratamiento convencional contra la candidiasis vaginal se hace con antifúngicos, pero es bastante frecuente que los episodios se repitan debido a la resistencia del hongo al tratamiento o a que los factores de riesgo permanecen. Frente a esta situación, una buena ayuda en el tratamiento y la prevención puede ser la suplementación con probióticos que contribuyen a regenerar la flora vaginal, recuperándola y manteniéndola en equilibrio.
Diferentes cepas de probióticos se han mostrado eficaces en este sentido y, especialmente, Lactobacillus crispatus, Lactobacillus reuteri y Lactobacillus rhamnosus.
La alimentación también puede ser una buena aliada en casa de infecciones recurrentes. La Candida es un hongo que se alimenta, especialmente de carbohidratos, por eso hay que evitar los alimentos ultraprocesados, con elevado índice glucémico, los que contengan levadura, cereales con gluten o hidratos refinados. En su lugar, la dieta debe incluir vegetales de hoja verde, crucíferas, espárragos, alcachofas y frutos rojos.