La
leishmaniosis canina es una zoonosis endémica, de distribución mundial, que
afecta a toda la cuenca mediterránea.
Aunque
en España cada vez es más alta la prevalencia de animales infectados, es más
inusual diagnosticar la enfermedad en el hombre.
A
pesar de esto, es la tercera enfermedad humana, tras la malaria y la
filariosis, transmitida por vectores, y de ahí la importancia, desde el punto
de vista de la salud pública, del control y tratamiento de los perros con
leishmania para que no sean un foco de infección para las personas u otros
animales.
La
leishmaniosis es una enfermedad
parasitaria causada en la mayoría de los casos por Leishmania infantum.
Este parásito se transmite a través de unos mosquitos hematófagos del género
flebótomo.
Cuando
la hembra del mosquito pica a un animal infectado por leishmania, absorbe junto
con la sangre, el parásito. Ese mismo mosquito, puede picar a otro perro o
persona, e inocularle el parásito, actuando de esa forma como vector de la
enfermedad.
Una
vez que la leishmania ha infectado al animal, se multiplica en sus células
sanguíneas y empiezan a aparecer los primeros síntomas de la enfermedad.
La
leishmania se puede manifestar con una forma
cutánea: con alopecias, dermatitis y seborrea que puede ser local o
generalizada y también se puede manifestar con una forma visceral dónde podemos
ver animales que adelgazan, vomitan, no comen, presentan alteraciones en el
bazo, inflamación ganglionar y toda una serie parámetros analíticos anormales.
Una
vez diagnosticada la leishmaniosis, el tratamiento que paute el veterinario va
a conseguir reducir los signos clínicos de la enfermedad y disminuir tanto la
tasa de anticuerpos como la carga parasitaria, pero en raras ocasiones, los
animales dejan de estar parasitados por completo.
La
leishmania se acantona en distintas partes del cuerpo y ante una bajada de
defensas del animal, es capaz de multiplicarse y expandirse de nuevo. Por este
motivo, podemos considerarla como una enfermedad
crónica, en la que los tratamientos se van a mantener en el tiempo, alternado
periodos de descanso.
Para
este tipo de tratamientos, es interesante contar con alternativas naturales, menos agresivas que la medicina
convencional pero con la misma efectividad para nuestras mascotas y en el caso
que nos ocupa, la Artemisa annua se postula como la mejor opción para el tratamiento de los animales con leishmaniosis.
Es
de sobras conocido el poder de la Artemisa
annua para el tratamiento de otras enfermedades parasitarias como la
malaria, pero no fue hasta principios de los años noventa cuando se empezó a
tratar con esta planta a animales infectados por leishmania.
La capacidad leishmanicida de la Artemisa, radica en gran medida, en su principio activo: la artemisinina, pero no solo es importante una droga vegetal con gran cantidad de artemisinina, para que sea eficaz, necesitamos extractos completos que contengan junto con la artemisinina otra serie de principios activos y sustancias que suponen el verdadero poder curativo de la planta, mejorando notablemente los signos clínicos y analíticos asociados a la enfermedad.
Además, hay que destacar la seguridad de Artemisa annua, ya que no tiene efectos adversos ni
interacciones negativas.