El uso de plantas para mejorar la calidad de vida de las
personas, aliviar los síntomas de distintas patologías y prevenir enfermedades,
es conocido desde hace miles de años.
Es a principios del siglo XX cuando se comienza a utilizar
el término fitoterapia para definir el uso de las plantas medicinales cómo
método curativo y así poder distinguirlo de los tratamientos convencionales que
usan medicamentos sintéticos.
Cada vez es mayor la importancia que le damos al uso de
productos naturales como medida de sostenibilidad y para el cuidado del medio
ambiente. El uso de plantas medicinales eficaces y conocidas para mejorar el
estado de salud de las personas, no podemos desligarlo de nuestras mascotas
para las que buscamos lo mejor como de miembros de la familia que son.
Si el uso de la fitoterapia cada vez está más generalizado e incluso se aboga porque forme parte del Sistema Nacional de salud, es normal que el uso de las plantas se extienda también al cuidado de nuestras mascotas.
El beneficio que obtienen nuestros animales del uso de estos tratamientos es el mismo que obtenemos las personas: se evita la aparición de resistencias a los antibióticos, son una buena opción cuando los tratamientos habituales dejan de tener eficacia y se usan sustancias menos tóxicas para el organismo. Esto no quiere decir que las sustancias utilizadas sean inocuas para los animales. Los principios activos de las plantas pueden entrar en competencia con otros tratamientos alopáticos y pueden tener efectos secundarios en nuestras mascotas, de ahí la importancia de utilizar productos diseñados especialmente para ellos con dosificaciones específicas para la especie animal y para su tamaño y siempre supervisados por un veterinario que pueda valorar el mejor tratamiento para el animal.
De la misma manera que en humana podemos usar la fitoterapia
en un amplio rango de patologías, para los animales existen toda una serie de
plantas que nos van a ayudar a cuidar de nuestras mascotas y mejorar su calidad
de vida.
Podemos usar plantas como la Cúrcuma para aliviar el dolor
articular en animales de edad avanzada o que presenten cojeras, alteraciones de
la movilidad y dolor continuo. La acción antiinflamatoria de esta planta mejora
la calidad de vida de estos animales y junto con el Harpagofito y la Boswelia
disminuyen el dolor y la destrucción del cartílago articular.
Otras plantas actúan a nivel del aparato digestivo cómo la Salicaria, que favorece el correcto funcionamiento de la membrana intestinal y
es un tratamiento de elección para procesos diarreicos aún cuando no tenemos un
diagnóstico definido. Otros procesos digestivos muy comunes en la clínica
veterinaria son los vómitos, las nauseas y los dolores abdominales dónde el uso
de plantas cómo el Regaliz y la Manzanilla son conocidos desde hace cientos de
años.
Conocido también es el uso de plantas como Tomillo, Propóleo,
Anís, Eucalipto o Grindelia para el tratamiento de patologías del sistema
respiratorio. Son plantas capaces de aliviar los síntomas más frecuentes como
la tos y la secreción nasal.
Si bien estas plantas que hemos mencionado son conocidas por
gran parte de la población en general, existen otras más específicas y con
estudios más recientes que demuestran que la innovación y la investigación en
este campo no se han quedado atrás y que nos hacen ver que la fitoterapia está
cada vez más implantada en el ámbito de la veterinaria.
Ejemplos de este desarrollo podrían ser el Maqui, capaz de
aumentar la cantidad y calidad de la lágrima para tratar patologías oculares
que afectan a la córnea y a la conjuntiva. Y la Artemisa annua para incrementar
la respuesta inmune celular y ayudar a los animales a luchar contra parásitos
internos cómo la Leishmania.
En definitiva, el uso de plantas medicinales en nuestros
animales son una gran herramienta terapéutica siempre y cuando se administren
en dosis adecuadas y bajo la prescripción de un veterinari@.