CONSEJO 1: HIDRÁTATE FRECUENTEMENTE
En verano, con la subida de las temperaturas, todos, pero especialmente los niños y los mayores, debemos ingerir líquidos regularmente para evitar deshidratarnos o sufrir un golpe de calor. El agua es fundamental pero también puedes beber zumos y licuados naturales, infusiones, bebidas vegetales...
CONSEJO 2: MANTÉN UNA ALIMENTACIÓN EQUILIBRADA
Incluye en tu alimentación todos los nutrientes necesarios. Aprovéchate de las ventajas de frutas y verduras de temporada. Y no te olvides de la fibra ya que el cambio de hábitos puede generarte trastornos digestivos como el molesto estreñimiento.
CONSEJO 3: REFUERZA TU FLORA INTESTINAL
En verano, con las altas temperaturas, son muy frecuentes las diarreas. La clave para evitarlas es mantener fuerte y sana nuestra flora intestinal. Ayúdate de suplementos ricos en probióticos que, además, te ayudarán a reforzar el sistema inmunitario.
CONSEJO 4: TOMA EL SOL CON PRECAUCIÓN
Evita tomar el sol en las horas de mayor intensidad, protege tu piel con cremas de protección solar, cúbrete la cabeza con una gorra o sombrero y no te olvides de cuidar tu alimentación. La zanahoria, rica en betacaroteno, cuidará tu piel por dentro.
CONSEJO 5: PROTEGE TUS OIDOS
La otitis es uno de los trastornos típicos del verano. Para proteger tus oídos, evita bañarte en piscinas sin depuradora o balsas con aguas estancadas, no emplees bastoncillos ni objetos punzantes para limpiarlos, si eres propenso a padecer otitis colócate tapones antes de sumergirte en el agua... Y si, a pesar de todo, sufres este problema, el propóleo o algunas plantas como el gordolobo o el llantén pueden ayudarte a aliviar los síntomas.
CONSEJO 6: CIERRA LAS PUERTAS A LOS HONGOS
La micosis, con sus molestos picores y escozores, son también muy frecuentes en verano. Para prevenir, utiliza tu propia toalla y calzado, vigila el exceso de sudoración, sécate a conciencia después del baño, cálzate adecuadamente en las zonas húmedas (lavapiés, duchas, vestuarios, saunas...) Pero, si aún así te atacan los hongos, el nogal o el propóleo tienen propiedades antifúngicas.